Coronavirus en Brasil: ya es el país con más muertes diarias
La escalada
de casos de infectados por el coronavirus y el total de víctimas fatales sigue
acelerándose. Son 391.222 los alcanzados por la covid-19, y los muertos suman
24.512. Ya pasó a Estados Unidos como el país con mayor cantidad de víctimas
fatales en 24 horas.
Fuente:pagina12.com.ar
Vista aérea
de entierros de víctimas del coronavirus en el cementerio de Vila Formosa, el
más grande de América latina. Imagen: EFE
27/05/2020
Desde Río de
Janeiro.
Ha sido un
martes de noticias preocupantes sobre la pandemia y de intensa agitación
política. Por la mañana, agentes de la Policía Federal en Río de Janeiro,
cumpliendo órdenes judiciales, allanaron el Palacio das Laranjeiras,
residencia oficial del gobernador Wilson Witzel. Horas más tarde se conocieron
las últimas estadísticas de la pandemia en el país y los datos arrojaron
que Brasil se ha convertido en el país con más muertes diarias en todo el
mundo, superando a Estados Unidos.
Witzel, a
quien secuestraron celulares y computadoras, es blanco de tres investigaciones
en la órbita del Superior Tribunal de Justicia, penúltima instancia judicial en
Brasil. La acción de este martes está relacionada a la sospecha de corrupción
que involucra a la primera dama provincial, Helena Witzel, con un esquema
de desvío de fondos públicos. En otra investigación, el gobierno del ex aliado
de Bolsonaro está acusado de facilitar la acción de grupos que desviaron
millones de reales en compras irregulares de material sanitario. La tercera
investigación se encuentra bajo secreto de sumario.
Con eso, la
soga de la tensión política se estiró aún más, anunciando nuevos tiempos de
borrasca y vértigo.
Mientras
tanto se confirmó una vez más que la escalada de casos de infectados por el
coronavirus y el total de víctimas fatales sigue acelerándose en Brasil. Ya
son al menos 391.222 alcanzados por la covid-19, y los muertos suman 24.512. Más
aún, aún con 807 muertes en 24 horas el pasado lunes, Brasil pasó a ser el país con
más muertes diarias en todo el mundo, superando a EE.UU., que ese día tuvo 620.
El martes la cifra de muertes en Brasil volvió a crecer, llegando a 1039.
Además, se conoció el resultado de un estudio de la Universidad de
Washington, EE.UU., que indica que a principios de agosto Brasil habrá superado
la marca de 125.000 víctimas fatales.
Al aluvión
de noticias graves se suma la ausencia absoluta de una acción conjunta entre el
gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro y los gobernadores
provinciales. El ministerio de Salud sigue sin un titular: el general Eduardo
Pazuello ocupa el puesto interinamente desde el 15 de mayo. Su primera y
hasta ahora única iniciativa ha sido nombrar a una docena de militares, ninguno
de ellos formados en medicina, para los puestos clave de la estructura
ministerial.
A la vez, el
presidente sigue rompiendo todas las reglas básicas dictadas por médicos,
científicos y la Organización Mundial de Salud (OMS) al alentar las concentraciones
de sus seguidores en la entrada del palacio presidencial, y al saludar y
abrazar a esos seguidores casi a diario, incluso alzando bebés, todo sin
tapaboca. Todo mientras reitera sus ataques contra los que adoptaron
medidas de aislamiento social, e incentiva a la población a desobedecer
las determinaciones locales.
La furia
presidencial se concentra principalmente en dos gobernadores, ambos
precandidatos para las elecciones del 2022. Uno es João Doria, de San
Pablo, la más poblada y rica provincia brasileña. El otro es precisamente Wilson
Witzel, de Río.
El pasado
viernes el país asistió, perplejo, al video registrado durante la reunión
ministerial del día 22 de abril. Bolsonaro calificó allí a Doria como "una
bosta" y a Witzel como "estiércol". Menos de 48 horas después,
el entonces ministro de Justicia Sergio Moro renunció al puesto,
acusando al ultraderechista de forzar una intervención en la Policía Federal de Río de Janeiro para proteger a sus hijos de investigaciones en curso. Con la
salida de Moro la dirección regional de la PF en Rio fue cambiada.
Lo ocurrido
este martes refuerza, y mucho, la sospecha de que además de proteger a sus tres
hijos, que actúan en la política, Bolsonaro también pretendía apretar el
cerco alrededor del gobernador, elegido con el pleno respaldo del clan de la
familia presidencial.
Por más
sólidos que sean los argumentos de la fiscalía pública enviados al despacho del
magistrado del Superior Tribunal de Justicia en Brasilia, parece inevitable que
los fuertes vínculos de los Bolsonaro con la nueva dirección regional de la PF
transformen las acciones del martes en herramientas para manipulaciones
politizadas de parte del presidente y de su grupo más cercano.
Además,
vuelven a la superficie fuertes indicios de que tanto Bolsonaro y su entorno,
como la diputada nacional igualmente ultraderechista Carla Zambelli, mantienen
canales paralelos a través de los cuáles reciben información interna de la
Policía Federal.
El lunes, un
día antes del operativo contra Witzel, en una entrevista radiofónica, Zambelli
dijo "tenemos balas listas para ser disparadas" y agregó:
"algunos gobernadores están en la mira de la Policía Federal". Al ser
preguntado sobre el operativo realizado en Río, Jair Bolsonaro dijo que todavía
no estaba informado a fondo, pero felicitó a la Policía Federal.
Quizá
previendo que podrá ser el blanco siguiente de acciones semejantes, João Doria,
gobernador de San Pablo, denunció lo que tildó de preocupante "escalada
autoritaria" de parte de Bolsonaro.
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