El papa Francisco habló sobre coronavirus, migrantes y refugiados
Los desplazados son “un drama a veces invisible -explicó el papa- que la crisis mundial causada por la pandemia del covid 19 ha agravado”.
Francisco,
antes de la pandemia, con refugiados en Italia Imagen: AFP
15/05/2020
Desde Roma
El papa
Francisco dedicó su tradicional mensaje para el Día Internacional de los
Migrantes y Refugiados a los “desplazados internos”, los que por crisis de
distinto tipo, se ven obligados a dejar sus hogares aún quedándose en el propio
país. Francisco indicó a los feligreses que la pandemia del coronavirus los ha
obligado a ellos a vivir muchos de los padecimientos que los desplazados sufren
y se ha transformado en una oportunidad para comprenderlos mejor. Los
desplazados son “un drama a veces invisible -explicó el papa- que la crisis
mundial causada por la pandemia del covid 19 ha agravado”.
En el
mensaje, difundido habitualmente en mayo aunque la Jornada Mundial del Migrante
y Refugiado se conmemora el 27 de septiembre, Francisco trajo a colación cuatro
verbos –acoger, proteger, promover e integrar- que habían sido centrales en su
discurso de 2018 para esta misma fecha. Pero agregó otras seis acciones que
según él son fundamentales en este momento histórico. “De hecho esta crisis,
debido a su intensidad, gravedad y extensión geográfica ha empañado muchas
otras emergencias humanitarias que afligen a millones de personas, relegando
iniciativas y ayudas internacionales, esenciales y urgentes para salvar vidas,
a un segundo plano en las agendas políticas nacionales. Pero este no es tiempo
de olvido. Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado
tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de
muchas personas», subrayó Francisco.
Difundido
este viernes por el Vaticano, el mensaje fue presentado con una rueda de prensa
de la que participaron varios expertos en el tema como el cardenal y jesuita
checoslovaco Michael Czerny, subsecretario de la sección migrantes y refugiados
del dicasterio vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y la
abogada española Amaya Valcárcel, coordinadora internacional del Servicio de
Jesuitas para los Refugiados.
En la rueda
de prensa la abogada Valcárcel ilustró algunos de los países en tremendas
situaciones de crisis internas, con desplazamientos de miles de personas. “De
los 80.1 millones de personas desplazadas forzosamente en el mundo, 50.8 millones
son desplazadas internas, es decir, obligadas a huir de sus hogares pero
permaneciendo en sus propios países”, explicó. Y mencionó los casos de Siria,
Myanmar, Venezuela y República Democrática del Congo. “El Papa Francisco es el
mejor abogado de los desplazados y los refugiados -dijo-. A través de su
mensaje anual, todos nosotros podemos conocer más de cerca la realidad de los
desplazados internos. Nos unimos a su mensaje y a su llamamiento para un cese
al fuego global, realizado el pasado mes de abril, pues creemos que la paz
es la única solución para que termine el desplazamiento forzoso de personas”.
“Ellos (los desplazados) tienen mucho para ofrecer. Necesitan de nuestra
atención, son nuestra responsabilidad”, comentó por su parte el cardenal
Czerny.
Respecto a
las acciones que es necesario emprender para mejorar la situación, Francisco
mencionó en primer lugar que “Es necesario conocer para comprender”. “Cuando
hablamos de migrantes y desplazados, nos limitamos con demasiada frecuencia a
números. ¡Pero no son números, sino personas! -subrayó -. Si los encontramos,
podremos conocerlos. Y si conocemos sus historias, lograremos comprender,
por ejemplo, que la precariedad y el sufrimiento que hemos experimentado a
causa de la pandemia, es un elemento constante en la vida de los desplazados”.
La segunda acción es, según el papa, que “Hay que hacerse prójimo para servir”.
“Acercarse al prójimo significa a menudo, estar dispuestos a correr riesgos,
como nos han enseñado tantos médicos y personal sanitario en los últimos
meses”, dijo el papa recordando la increíble labor que han desarrollado médicos
y enfermeras, muchos de los cuales murieron por el coronavirus (en Italia más
de 150 médicos y más de 40 enfermeras).
La tercera
acción es: “Para reconciliarse se requiere escuchar”. “En el mundo de hoy se
multiplican los mensajes, pero se está perdiendo la capacidad de escuchar. Sólo
a través de una escucha humilde y atenta podremos llegar a la verdad”. Y
aludiendo al silencio sepulcral que creo en las calles de medio mundo las
cuarentenas del coronavirus, Francisco agregó: “el silencio se apoderó por
semanas enteras de nuestras calles. Un silencio dramático e inquietante, que,
sin embargo, nos dio la oportunidad de escuchar el grito de los más
vulnerables, de los desplazados y de nuestro planeta gravemente enfermo”.
“La pandemia
nos ha recordado que todos estamos en el mismo barco. Darnos cuenta que tenemos
las mismas preocupaciones y temores comunes, nos ha demostrado, una vez más,
que nadie se salva solo”, subrayó el papa al mencionar la cuarta acción: “Para
crecer hay que compartir”. “Tenemos que aprender a compartir para crecer
juntos, sin dejar fuera a nadie”, enfatizó.
Las últimas
dos acciones que según Francisco son necesarias para salir de esta crisis y de
la indiferencia hacia los menos favorecidos son: “Se necesita involucrar para
promover” y “Es indispensable colaborar para construir”. “Si queremos realmente
promover a las personas a quienes ofrecemos asistencia, tenemos que involucrarlas
y hacerlas protagonistas de su propio rescate. La pandemia nos ha recordado
cuán esencial es la corresponsabilidad y que sólo con la colaboración de todos
—incluso de las categorías a menudo subestimadas— es posible encarar la
crisis”, dijo el papa citando una frase que había ya usado en su mensaje del 27
de marzo pasado en ocasión de la pandemia.
“Este no es
el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no
hace excepción de personas”, enfatizó Francisco, terminando con una frase que
para algunos hizo una tácita alusión a noticias que han surgido durante estos
últimos días y que hablan de que algunos países más poderosos, porque tienen
más dinero, podrían obtener primero para ellos la vacuna contra el coronavirus.
Para preservar la casa común “debemos comprometernos a garantizar la
cooperación internacional, la solidaridad global y el compromiso local, sin
dejar fuera a nadie”, concluyó Francisco.
Fuente:pagina12.com.ar

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