Murió Goldie, la hermana gemela de Mirtha Legrand
Silvia, tal era su verdadero nombre, falleció a los 93 años en su casa
en Martínez
01/05/2020
Silvia Legrand, actriz y hermana gemela de Mirtha, murió
este viernes a los 93 años en su casa en Martínez, provincia de Buenos
Aires, según confirmó a Teleshow Marcela Tinayre, la hija de la diva.
Todavía no trascendieron las causas del fallecimiento, pero fuentes
cercanas a la familia contaron a este medio que Goldie, como era conocida para
el público y sus seres queridos, se fue a dormir la siesta y no volvió a
despertarse. Se encontraba bien de salud y se descarta que tuviera coronavirus.
Las hermanas comenzaron juntas su carrera en el mundo de la
actuación. Grabaron varias películas en las décadas del ’40, ’50 y ’60. Pero
casi de un día para el otro Goldie decidió dar un paso al costado y nunca más
volvió a pisar un escenario ni un estudio de grabación, convirtiéndose en la
primera de los tres hermanos en alejarse del mundo del espectáculo.
Mirtha, José y Goldie
Mirtha Legrand ya había atravesado un momento de profundo dolor
recientemente con la muerte de su hermano, José Martínez Suárez. El
cineasta falleció el 17 de agosto pasado a raíz de una neumonía.
Goldie y Mirtha nacieron el 23 de febrero de 1927, hijas del
matrimonio integrado por José Martínez y Rosa Suárez, docente en
Villa Cañas. Ellos no eran papás primerizos, 16 meses antes había nacido José,
el varón primogénito, pero la llegada de gemelas fue todo un acontecimiento.
Eran tiempos donde no existían ecografías que anticiparan sexo de niños y mucho
menos partos múltiples. La madre siempre les contaba a sus hijas que supo que
tendría gemelas el mismo día del parto cuando la partera le dijo: ‘Otro esfuerzo,
doña Rosa, que viene otro’ y que el padre al enterarse casi se desmayó.
Las bebas eran hermosas y casi idénticas excepto porque una
pesaba notoriamente más que la otra. La más robusta recibió el nombre de María
Aurelia Paula y a la más pequeña la llamaron Rosa María Juana. Sin embargo,
todos las identificarían por sus apodos. Por su tamaño, la beba que nació con
mayor peso se convirtió en Gordi, ella al crecer lo transformaría en Goldie.
La más pequeña recibió el sobrenombre de Chiquita o Chiqui. Aunque
sus tamaños eran distintos sus facciones eran idénticas. Don José solía
sentarlas sobre sus rodillas y preguntarles: “¿Quién es, mi chiquita o mi
gordita?” Porque no lograba distinguirlas. La madre además las vestía iguales,
lo que sumaba confusión. Chiquita solía plantarse para exigir que el
moño o algún detalle de la vestimenta fuera diferente y así distinguirse de su
hermana. En cambio, Goldie aceptaba el vestuario sin problemas.
Cuando las gemelas cumplieron siete años, con su mamá se mudaron a Rosario
para recibir cursos de teatro y baile. Pero la vida les tenía reservado un mal
trago: en 1937 falleció el padre y la mamá con sus tres hijos decidió
instalarse en Buenos Aires. El cambio de ciudad no implicó alterar la rutina de
estudios artísticos y las hermanas comenzaron a estudiar en el Conservatorio de
Arte Escénico. Las chicas empezaban a distinguirse por su belleza pero también
por su talento, así que la mamá decidió contratar al representante, Ricardo
Cerebello. En el primer encuentro les dijo que Martínez era un apellido común y
había que modificarlo. “Mire, señor, el primer dramaturgo rioplatense se llama
Florencio Sánchez”, respondió doña Rosa pero el representante insistió. Como
Cerebello tenía una secretaria que se llamaba Silvia y otra Mirtha, revolearon
una moneda y dejaron que el azar decidiera. Rosa María Juana o Chiquita se transformaron
en Mirtha y María Aurelia Paula, Goldie, en Silvia. Ese día las hermanas
Martínez se convirtieron en Mirtha y Silvia Legrand.
Una escena de "Hay que educar a Niní", con Goldie y
Mirtha Legrand y Niní Marshall
El primer peldaño del camino que las llevaría a la fama y el éxito fue
una pequeña escena en la película Hay que educar a Niní, junto a Niní
Marshall. Luego un papel en Novios para las muchachas. Su belleza y
encanto trasciende la pantalla y al año siguiente protagonizan Soñar no
cuesta nada. El éxito las acompaña. Las hermanas son las heroínas ideales
para representar las historias que reinaban en el año 40, la de chicas buenas y
cándidas que sufren pero siempre logran un final feliz. Las hermanas también
animaron un programa por radio Splendid: El club de la alegría. El público
las amaba, los directores las requerían, pero esas gemelas idénticas no soñaban
ni querían lo mismo.
En el año 1944, Silvia conoció a Eduardo Lopina, un subteniente
del Ejército Argentino y decidió abandonar su carrera artística. A partir de su
matrimonio cambió fama por anonimato, trocó el bullicio de los sets por la
paz de su casa y abandonó a Silvia Legrand para volver a ser Goldie. Tuvo
dos hijas, diez nietos y diez bisnietos.
En 1962 por pedido de su hermana filmó Bajo un mismo rostro y
en 1972 actuó en la película Juan Manuel de Rosas. Desde ese
momento, nunca más volvió a pisar escenarios ni estudios de grabación.
Dicen que Silvia era la más talentosa pero que Mirtha era la más
decidida, quizás por eso aunque eran iguales fueron tan distintas. Mirtha se
convirtió en la diva de los almuerzos; Silvia eligió un camino diferente pero
no menos feliz. Se aquerenció en Olivos, donde disfrutó de la vida haciendo sus
actividades favoritas: leer, escribir, ir al cine, salir con amigas y sobre
todo acompañar a sus hijas y nietos.
Mirtha que logró que todos los presidentes argentinos y la mayoría de
las estrellas de la farándula nacional participaran de sus famosos
almuerzos, solo logró dos veces que su hermana aceptara ser su invitada.
Las gemelas Mirtha y Silvia Legrand, durante su juventud
“No iría a la mesa de Mirtha. Me lo propusieron, pero no, yo ya estoy
retirada. Sería lindo un programa con los tres hermanos, pero yo no voy a ir.
Una cosa es una fotografía cuando vas al cumpleaños de Mirtha y otra cosa es
estar sentada en una mesa tres horas”, aclaró una de las escasas veces que dio
una nota al aire. Esa vez el conductor Carlos Monti le preguntó: “¿Vos le tenés
miedo a Mirtha, le tenés miedo a tu propia hermana?”. Pero ella respondió: “No
me hagas reír, Carlitos. No, no le tengo miedo a Mirtha. Ella conoce tanto de
mi vida como yo de la suya”.
Es que las hermanas mantenían un gran vínculo y aunque no se visitaban
con frecuencia hablaban todos los días. “Es parte de mi vida, ella es mi
hermana, mi madre, mi todo”, afirmaba Mirtha. Silvia también le dedicaba
palabras de amor: “Es una mujer que siempre tiene ganas de salir, de cambiarse
tres veces, va al teatro, después va a comer afuera. A veces me invita y yo le
digo basta, y ella me dice ‘pero mirá, Goldie, que la obra es buena, no
dejemos de ir’. Es incansable. Todo le interesa y todo le da curiosidad. Tal
vez ese es el secreto de la larga vida. Tiene una mente brillante”. Goldie solía
hacerle sugerencias para su programa, “siempre con cariño y respeto”. Una de
las frases más conocidas de Mirtha, “lo que no es puede llegar a ser; como te
ven te tratan, y, si te ven mal te maltratan”, fue creación de su hermana, lo
mismo que la calificación de “Mesaza” con que la diva se refería a sus
almuerzos.
Cuando Mirtha cumplió 50 años en la televisión, Goldie dejó por un
rato su anonimato y le escribió una emotiva carta que terminaba con el
poema favorito de ambas. Un texto que hoy se convierte en una maravillosa
despedida para Goldie, una mujer que fue mucho más que “la hermana de Mirtha
Legrand”:
“Mi vida fue de día y en enero, al aire libre, bajo un sol redondo,
encendido en la sombra de un macondo, feliz santafesino y chacarero.
El murmullo era el sonido de aquel piano y un pequeño carnaval como
trasfondo y andábamos corriendo por el fondo con una mandarina en cada mano.
¿Qué más puedo pedirle a la alegría, si la vida era una vuelta a la
manzana y nadie... estaba muerto todavía?”
Fuente:Infobae.com
Fuente:Infobae.com
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