Coronavirus: Científicas argentinas desarrollan una vacuna y suman al país a la competencia internacional
Recibieron
100 mil dólares del gobierno y en seis meses esperan tener los primeros
resultados. En el mundo, ya son 126 los grupos que se embarcaron en la difícil
tarea de dar con la cura que termine con la pandemia.
Fuente:pagina12.com.ar
Juliana
Cassataro dirige el equipo que trabaja con proteínas recombinantes. Imagen:
Gentileza UNSAM
03/06/2020
“China y EEUU corren una competencia por ver
quien llega primero a la vacuna. Para nosotras, está bueno que ello suceda
porque cuanto antes esté la respuesta mucho mejor. No queremos ser las primeras
pero sí desarrollar las capacidades y las experiencias suficientes para poder
generar nuestras propias tecnologías para no tener que andar esperando si los
poderosos se deciden a hacer las cantidades de dosis necesarias para mandar
aquí”, afirma Juliana Cassataro, investigadora del Conicet en el Instituto de
Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín. El grupo que
lidera esta experta está conformado por otras científicas de la UNSAM y, de
manera reciente, recibió un subsidio de parte de la Unidad Covid-19, compuesta
por el MinCyT, el Conicet y la Agencia. A continuación, narra todos los detalles
acerca de la iniciativa doméstica que utiliza proteínas recombinantes y se
espera que sea efectiva para combatir la pandemia.
-Se
propusieron desarrollar una vacuna, ¿en qué etapa se encuentran?
-Somos un
equipo interdisciplinario compuesto por virólogas, inmunólogas y especialistas
en el análisis de estructura de proteínas. Desde hace años trabajamos en
vacunas y adyuvantes (procedimientos para volver más efectiva la respuesta
inmune), de hecho, uno de nuestros miembros, Diego Alvarez, contribuyó en el
desarrollo del kit serológico para detectar anticuerpos presentado por Andrea
Gamarnik hace unas semanas. Por eso, cuando salió el llamado de la Unidad
Covid-19 nos propusimos hacer una fórmula de vacuna que está siendo evaluada en
fase preclínica (en ratones) con proteínas recombinantes.
-¿Por qué
con proteínas recombinantes?
-Existen
múltiples plataformas de vacunas que en el presente se utilizan en el marco
internacional. Están aquellas que emplean al virus atenuado como la Sabin
(siempre tiene un peligro porque es muy difícil calibrar el nivel de
atenuación); luego están las que utilizan al patógeno inactivado como en
Hepatitis A (aquí hay que agregar un adyuvante que potencie la fórmula y también
presenta efectos adversos algunas veces) y, por otro lado, hay vacunas que
nunca se dieron y que se están probando en este momento. Me refiero a las de
ARN, de ADN y de adenovirus, que son muy fáciles de hacer pero nunca se
chequearon en grandes poblaciones. Por último, están las de proteínas
recombinantes –escogida por nosotros– que se usan en Hepatitis B y HPV (Virus
del Papiloma Humano). En este caso, las proteínas puras junto a un adyuvante
constituyen la opción más segura y, asimismo, es en la que tenemos la mayor
experiencia. Luego de escoger esta vía planteamos la posibilidad de dos
modalidades, una más tradicional sobre proteínas recombinantes que te acabo de
comentar y la más innovadora.
-¿A qué se
refiere con “la más innovadora”?
-Lo más
innovador es tratar de hacer la vacuna oral. Nuestro laboratorio ha
desarrollado compuestos que mejoran esta modalidad de aplicación; ya lo hemos
probado con otras fórmulas virales y bacterianas y nos ha funcionado muy bien.
En un contexto de pandemia como el que atravesamos esta opción sería la más
adecuada porque no se necesitarían profesionales de la salud ni personal
adiestrado para suministrar las dosis. El obstáculo que se nos presenta es el
que siempre aparece cuando se intenta algo nuevo: se necesita más tiempo para
explorar absolutamente todos los pasos que de otra manera se realizan con mayor
velocidad. Hoy en día estamos produciendo las proteínas recombinantes y en seis
meses esperamos contar con los primeros resultados que nos permitan decidir qué
fórmula es la mejor. Una vez que lo consigamos necesitaremos tres meses más
para repetir todos los experimentos y ajustar detalles.
-¿Y a partir
de ahí?
-Es muy
lindo contar con la posibilidad de un financiamiento y poder aplicar nuestro
conocimiento en una situación concreta y tan demandante. Sin embargo, con 100
mil dólares no se hace una vacuna. Cuando terminemos esta fase y la hayamos
probado con éxito en ratones vamos a tener que contar con el apoyo de grandes
laboratorios que nos financien el resto de los estudios en humanos.
-¿La vacuna
es la única salida? La inmunidad de rebaño está muy lejos…
-Fue
reportado por investigadores franceses en un trabajo que recorrió el mundo.
Tras 28 mil muertes en Francia, tan solo el 5% de la población adquirió
inmunidad. Para generar el efecto rebaño necesitamos llegar a un 60% más o
menos, con lo cual, no hace falta sacar muchas cuentas para advertir todos los
muertos que dejaría como saldo tomar esta estrategia. Sería demencial elegir
esta opción, el costo es demasiado grande, muy pesado. Por otra parte, también
se podría diseñar un antiviral pero los fármacos nunca son igual de buenos que
las vacunas.
-¿Por qué?
-Porque el
fármaco lo suministran una vez que la persona se enfermó y el costo de salud se
paga de cualquier manera. Los pacientes debieron internarse y atravesar un mal
momento: no está bueno estar en terapia intensiva aunque finalmente se
recuperen. Con la vacuna no se llega a esa instancia y, en efecto, constituye
la mejor inversión.
-Con tantos grupos
tan poderosos yendo detrás de la vacuna, ¿por qué comenzar de cero en
Argentina?
-Es la
pregunta que nos hicimos antes de presentarnos a la convocatoria. Dos meses
después de que se supo la secuencia del genoma del Sars CoV-2, EEUU y China
iniciaron la Fase I de pruebas. Un récord absoluto, algo que no pasó jamás.
Después, otros equipos se sumaron a la competencia e, incluso, en las últimas
semanas, más grupos hicieron lo propio. Hace 10 días había 100 ensayos en fase
preclínica, hoy hay 126. ¿Por qué lo hacen? Porque nadie sabe si,
efectivamente, las que están en Fase II protegerán lo suficiente y si tendrán o
no efectos adversos. Tampoco se sabe si podrán producirse para todo el mundo;
recordemos que se requerirán miles de millones de dosis. Menudo desafío. La
situación ideal es que existan muchas plataformas de desarrollo de vacunas para
que la distribución alcance a todos los rincones del planeta. También es verdad
que cuanto más probemos las tecnologías el resultado será mejor; las que
desarrollan China y EEUU están obteniendo buenos resultados pero todavía falta.
La protección frente al virus es una caja negra, las vacunas deben probarse en
campo y generar protección, ahí está el punto clave para comprender por qué son
tan complejas.
-Lo importante
es que, una vez desarrollada, haya dosis suficientes para todos y todas?
-Por
supuesto, de hecho, si bien afortunadamente no se observan grandes cambios ni
mutaciones muy rotundas del coronavirus, para el diseño de la vacuna nos
concentramos en las cepas que circulan en Argentina. Aunque nuestro país no
logre el podio en la competencia la experiencia es muy provechosa porque es la
única manera que tenemos para ir desplegando las capacidades para fabricar
nuestras propias tecnologías. El desarrollo tecnológico sirve para esta ocasión
y para otras infecciones virales que vengan en el futuro.

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