El FMI y su relación con el proceso inflacionario
La lógica en curso promueve la inflación y, en su marco, incrementa costos y desfinancia la producción al tiempo que deprime la demanda por caída del poder adquisitivo de la población y reducción del gasto público.
18/09/2022
No puede haber sorpresa frente al 7 por ciento de
inflación del mes de agosto. No hay resultados antiinflacionarios porque el
marco que define al plan de ajuste y estabilización del
"superministro" Massa es, precisamente, el acuerdo con el FMI. No ha
sido la prioridad. Por ende, no hay resultados antiinflacionarios
porque el acuerdo con el FMI es per se inflacionario.
Si aceleramos la devaluación del tipo de cambio oficial, si
aumentamos las tarifas y si elevamos la tasa de interés, entonces aumentaremos
los costos y produciremos más inflación.
A la vez, al aumentar la tasa de interés, se incrementan
los intereses que tiene que pagar el Banco Central, por lo cual es necesario,
siguiendo esta lógica, aumentar más aún la tasa de interés.
La lógica en curso promueve la inflación y, en su marco,
incrementa costos y desfinancia la producción al tiempo que deprime la demanda
por caída del poder adquisitivo de la población y reducción del gasto público.
Esta situación conduce al verdadero objetivo que es deprimir
la actividad económica para, por esta vía, importar menos y mejorar la
disponibilidad de divisas.
Así, además, al colocar a la economía en recesión, es
decir, al "enfriar" la economía, se logrará, dentro de unos meses,
cierta desaceleración de los precios pasando de una tasa mensual del 6% o el 7%
a otra del 4% o el 5%.
Es bueno observar que en agosto, así como en lo que va del
año, los rubros que más suben son los que más golpean el bolsillo de los
sectores más vulnerables; alimentos, bebidas y prendas de vestir encabezan el
ranking de precios. Ocurre lo mismo al observar que las regiones más pobres
(nordeste y noroeste) son las que más inflación exhiben.
Es necesario terminar con el programa inflacionario del
FMI para poner en marcha un programa popular antiinflacionario de corte
heterodoxo que, en simultáneo, mejore los ingresos y congele el sistema de
precios para aumentar el poder adquisitivo de la mayor parte de la población,
ampliar el mercado interno y evitar el estancamiento de la economía.
En un país con 25 millones de personas que no llegan a fin
de mes, 17 millones de pobres y 4 millones de hambrientos, usar la recesión
como freno para la inflación puede hacer que el remedio sea peor que la
enfermedad.
Así como se puede señalar que un programa económico que
acelera la devaluación del tipo de cambio oficial aumenta las tarifas y las
tasas de interés y que no hace más que incrementar costos y retroalimentar la
espiral de precios, también cabe destacar que, permanentemente, la tasa de
interés termina haciendo emitir mayor cantidad de pesos al
Banco Central en función del pago de los intereses de la
deuda que la misma entidad mantiene con diversos
acreedores. Consecuentemente, al tener que pagar intereses más altos, los
niveles de emisión son superiores.
En tanto, luego de los datos en materia de inflación de
agosto, se puede analizar que la inflación sería del 100% a nivel interanual.
En este contexto, para que las tasas sean positivas, las
mismas deberán tener un nivel tal que resultan incompatibles con el
funcionamiento económico y el financiamiento de la actividad productiva.
Es más, se transforma en el elemento central a la hora de
inducir el proceso de caída de la actividad económica y, por tanto, de la
recesión.
(*) - Claudio Lozano es ex director del Banco de la
Nación Argentina (BNA).
Fuente:noticiasargentinas.com
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