Las coordenadas del último discurso de Alberto Fernández en una Asamblea Legislativa
Reivindicación de la gestión y un mensaje esperanzador de cara al futuro serán los ejes del Presidente. También un repudio por la situación judicial de Cristina Kirchner.
28/02/2023
Cuando Alberto Fernández comience a hablar en la
ceremonia de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso estará
dando su último discurso en una Asamblea Legislativa, al menos de este
mandato presidencial.
Las expectativas son muchas, un tanto porque el
acontecimiento en sí mismo así lo amerita, al tratarse de un ritual de la
democracia donde están condensadas todas las representaciones de la política,
de los tres poderes del Estado.
Naturalmente, el aspecto central será la palabra del jefe de
Estado, pero alrededor suyo habrá ministros, gobernadores de distinto
signo, jueces de la Corte Suprema, senadores y diputados nacionales,
intendentes, gremialistas, representantes de cámaras empresariales, autoridades
religiosas.
Es decir, todos los estamentos de la política van a
estar juntos en el mismo recinto, en un acontecimiento que sucede una sola vez
al año durante la Asamblea Legislativa de cada 1 de marzo, y sólo puede
añadirse a la lista las ceremonias de asunción presidencial cada cuatro años.
El marco no podría ser más atractivo, con toda la liturgia y
los protocolos institucionales, pero a esto hay que agregar que es la última
Asamblea Legislativa, lo cual le confiere un valor distinto, dado
que podría ser el inicio de una despedida.
Además, la presentación de Fernández ocurre en un contexto
muy difícil para el Gobierno que atraviesa turbulencias de todo tipo,
principalmente en la economía, pero también en la propia interna que está
fracturada, con las distintas facciones del peronismo contándose las
costillas.
Obviamente esas fisuras en el oficialismo serán
maquilladas para la ocasión y va a haber una línea clara en ese sentido para
aplaudir al presidente en los tramos más contundentes de su mensaje.
Con certeza no habrá un anuncio de una candidatura. Alberto
Fernández no quiere sucumbir a las presiones de sectores del
kirchnerismo que le piden que explicite sus planes electorales.
La realidad es que no lo tiene decidido aún, pero aún si lo
tuviera decidido, el presidente entiende que no puede utilizar un instituto de
la democracia como la Asamblea Legislativa para hacer política electoral y
partidaria.
Lo que sí puede haber es un mensaje de futuro
esperanzador, el intento de generar una expectativa por los desafíos
venideros, por las tareas pendientes o no concluidas. Pero aquello va a venir
después de una reivindicación de la gestión y un repaso por lo
que él y su grupo de gobierno consideran logros en estos más de tres años de
mandato.
En ese tránsito es esperable que mencione, por caso,
la refinanciación de la deuda con el FMI, negociación que
insiste en que fue exitosa. Claramente no es lo que piensan Cristina
Kirchner y Máximo Kirchner, quien ni siquiera votó ese proyecto y
provocó un cisma perturbador en las filas oficialistas que estuvo a punto de
terminar en una ruptura. Para el kirchnerismo duro, la deuda externa con ese
organismo es el talón de Aquiles de la sostenibilidad macroeconómica, ya que
entienden el ex ministro de economía Martín Guzmán no logró un
estiramiento del período de gracia, ni plazos amigables para el pago de
capital, ni quita de intereses, ni nada positivo que permita esperanzarse con
un futuro más promisorio.
Pero Alberto Fernández no va a detenerse demasiado en ese
debate sino que va a posar la lupa en lo mucho o poco que tiene para mostrar:
algunos indicadores económicos como el tímido crecimiento del PBI, el
aumento de las exportaciones y el superávit comercial y la recuperación del
empleo, todos datos inapelables que sin embargo no se condicen con la
pérdida del poder adquisitivo que dio continuidad a la tendencia iniciada
durante los años del macrismo.
El jefe de Estado va a hacer foco también en todo el
esfuerzo que se está haciendo en materia de inversiones en hidrocarburos en
Vaca Muerta, en la industria extractivista del litio en las provincias del
noroeste, y el gasoducto Néstor Kirchner, todas políticas que apuntan a lograr
en un plazo incierto, las tantas veces prometido autoabastecimiento energético.
Fernández no se va a privar de hablar de la reinserción
argentina en el Mercosur como agenda de política exterior prioritaria,
con la potencia vecina Brasil otra vez liderada por un gobierno afín
ideológicamente.
En otro orden, es esperable que el mandatario busque
congraciarse con la vicepresidenta Cristina Kirchner condenando
la "persecución judicial" de la que ella sería víctima. Es bastante
impensable que vaya a utilizar la palabra "proscripción", que es la
que se instaló en la narrativa kirchnerista para sostener el relato y la
centralidad electoral de su jefa política. Pero sin dudas va a haber una
defensa de la presunción de inocencia y un pedido concreto para que la Justicia
investigue la causa por el intento de asesinato en septiembre pasado.
La gestualidad de Cristina Kirchner va a
ser una película aparte, un spin off respecto de la trama principal que tiene
que ver con lo que tenga para decir Alberto Fernández y cómo
se plante en el escenario político.
A su vez, hay mucha intriga respecto de la crítica
que vaya a hacer sobre la Corte Suprema, con los magistrados del supremo
tribunal -que están siendo sometidos a juicio político por el
oficialismo- invitado a la ceremonia en primera fila.
El otro spin off, retomando esta metáfora cinematográfica,
apunta a qué va a hacer la oposición de Juntos por el Cambio. En
este sentido basta recordar el papelón del año pasado cuando la bancada
del PRO se levantó cuando previsiblemente Alberto lanzó una crítica a Mauricio
Macri por el endeudamiento, algo que se caía de maduro que iba a
suceder. Pero desde el bloque amarillo sobreactuaron indignación y de alguna
manera expusieron a cielo abierto las diferencias en la coalición porque los
bloques radicales y el de la Coalición Cívica se quedaron a escuchar al
presidente hasta el final.
Pareciera que en esta ocasión la estrategia opositora va a
estar mejor coordinada, y ya mandaron a avisar que si el presidente vuelve a
gatillar contra Mauricio Macri, van a levantarse otra vez y
repetir el show de la Asamblea Legislativa pasada.
En estas coordenadas se va a mover el discurso del
presidente, que fue redactado por él mismo con puño y letra. Ya no lo tiene a
su lado a Alejandro Grimson, ex director de Argentina Futura
que en los hechos funcionaba como una suerte de "ghostwriter" de sus
intervenciones más relevantes. Pero sí recibió aportes de Juan Manuel
Olmos, de Julio Vitobello, de Gabriela Cerriti, de Santiago Cafiero, es
decir, de su círculo político más íntimo.
Fuente:noticiasargentinas.com
No hay comentarios