La Argentina de Raúl Alfonsín: del optimismo democrático a la hiperinflación
A partir del 10 de diciembre de 1983, el mandatario radical se enfrentó a las demandas insatisfechas de la sociedad, un gran endeudamiento externo y la sombra del poder militar. En esta nota repasamos luces y sombras de su gobierno.
08/12/2023
“Llegamos”, anunciaba la tapa de uno de los diarios
más importantes de la Argentina el 30 de octubre de 1983. Tras 7 años de
dictadura militar, la ciudadanía pudo volver a elegir gobernantes y Raúl
Alfonsín, el candidato oriundo de Chascomús, se convirtió esa misma noche en
presidente electo por la Unión Cívica Radical.
Durante su presidencia, que inició el 10 de diciembre de ese
mismo año y duró hasta julio de 1989, Alfonsín tuvo que enfrentar la ansiedad
de una sociedad con infinidad de demandas insatisfechas, presiones
internacionales, producto del gran endeudamiento con el FMI, y el acecho
permanente del poder militar.
“Vamos a vivir en libertad. De eso, no quepa duda”,
dijo el mandatario electo en su discurso de su asunción en el Congreso y luego
pronunció una de sus frases más emblemáticas: “Con la democracia no solo se
vota, sino que también se come, se educa y se cura”, palabras que
provocaron el aplauso enfático de los presentes.
De esta manera, dio inicio un período de gobierno que, con
luces y sombras, logró establecer las bases de la etapa democrática más larga
de la historia Argentina.
Por eso, a 40 años del retorno a la democracia, repasamos
algunos momentos destacados de los años de la recuperación.
La primavera democrática
La primera etapa del gobierno de Alfonsín estuvo
caracterizada por el optimismo y la euforia que significó el final del proceso
represivo.
En la mentalidad de amplios sectores sociales, e incluso del
propio gobierno, estaba la idea de que la democracia, por sí misma, podría
resolver los problemas económicos y sociales heredados de la dictadura militar.
En ese marco, el gobierno de Alfonsín se enfocó, durante los
primeros años de su mandato, en terminar con toda forma de autoritarismo y
encontrar mecanismos de representación de la ciudadanía mediante la promoción
de la libertad de expresión y opinión, el pluralismo y la participación
ciudadana.
Esta circunstancia creó un clima ideal para el desarrollo
cultural, que había sido castigado por la censura y persecución durante los
años de la represión. Muchos artistas e intelectuales volvieron del
exilio y se sumaron a la apertura democrática que introdujo el alfonsinismo.
Una de las artistas más representativas de ese momento fue
la cantante folclórica Mercedes Sosa, quien en su retorno a la Argentina grabó
varias colaboraciones con otros músicos destacados de la época como León Gieco,
Víctor Heredia y Fito Páez.
El teatro fue otra de las manifestaciones que vivió una
época de gran creatividad en espacios como Teatro Abierto, el Café Einstein y
el Parakultural.
En el cine se estrenaron películas como La historia oficial,
de Luis Puenzo, ganadora del Premio Oscar a la Mejor Película Extranjera en
1985.
En tanto, durante sus primeros compases, el nuevo gobierno
logró capturar el estado de ánimo social tras el horror de la dictadura y lanzó
una serie de iniciativas fuertes en ese sentido.
Se derogó la ley de autoamnistía, que pretendía garantizar
impunidad a los militares que habían cometido crímenes; inició la estrategia
judicial para juzgar a los uniformados; se creó la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (CONADEP) y fue enviada una ley al Congreso para
democratizar los sindicatos, entre otras medidas.
La CONADEP y el Nunca más
En materia de derechos humanos, uno de los hitos más
importantes del gobierno radical fue la creación el 15 de diciembre de 1983 de
la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).
Estuvo presidida por el escritor Ernesto Sábato y su
objetivo fue investigar las violaciones de derechos humanos, particularmente la
desaparición de personas, durante los años del terrorismo de Estado en
Argentina (1976-1983) que llevó a cabo la dictadura militar.
La Comisión recibió miles de declaraciones y testimonios, y
verificó la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención en todo
el país.
En 1984, produjo un informe final denominado Nunca Más, utilizado como prueba
en el Juicio a las Juntas Militares.
Juicio a las Juntas
La conformación de la CONADEP y su informe final fue
importante para llevar a cabo el proceso judicial que se realizó en 1985, por
orden del presidente Raúl Alfonsín, donde se juzgó a las tres primeras Juntas
Militares de la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.
De esta forma, mediante el Decreto N.º 158/83, el mandatario
de la UCR ordenó someter a juicio a nueve de los diez militares de las tres
armas que integraron las Juntas: Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti,
Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando
Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya.
La sentencia se dictó el 9 de diciembre de 1985 y condenó a
cinco de los nueve militares enjuiciados. Videla y Massera fueron condenados a
reclusión perpetua con destitución.
Viola, a 17 años de prisión, Lambruschini a 8 años de
prisión, y Agosti a 4 años y 6 meses de prisión; todos con destitución.
Graffigna, Galtieri, Lami Dozo y Anaya fueron absueltos.
Ley de Punto Final
“El 13 de diciembre próximo se cumplen tres años del mensaje
que dirigí al pueblo argentino para anunciar la decisión política del gobierno
de investigar judicialmente las violaciones a los derechos humanos”, arrancó
diciendo Alfonsín en cadena nacional, donde anunció el envió al Congreso del
proyecto de Ley de Punto Final el 5 de diciembre de 1986.
Durante su discurso, el por entonces presidente, intentó
mostrar como un avance en materia de justicia, respecto de los delitos
cometidos en los años de la dictadura, lo que en realidad era un retroceso.
La nueva ley, que finalmente se promulgó el 24 de diciembre
del mismo año, estableció, entre otros puntos, una fecha de vencimiento a la
acción penal contra los militares que habían cometido crímenes durante el gobierno
militar.
Esto provocó el rechazo en amplios sectores de la sociedad,
que se manifestaron masivamente en contra de la nueva legislación y marcó un
punto de quiebre respecto de la popularidad del gobierno y disminuyó su capital
político.
Levantamiento carapintada (1987 y 1988)
El levantamiento carapintada fue otro problema grave que
tuvo que afrontar el gobierno que inició en 1983 y se trató de una serie de
cuatro sublevaciones militares ocurridas en la Argentina entre 1987 y 1990, de
las cuales, Alfonsín tuvo que sufrir tres al mando del país.
Conocidos como los "carapintada", debido a que se
presentaban con pintura facial de camuflaje como en la guerra, un grupo de
oficiales de graduación intermedia del Ejército Argentino, tomaron
instalaciones militares para protestar contra los juicios por violaciones a los
derechos humanos, desconociendo la autoridad del presidente Alfonsín.
La sublevación de Semana Santa, en 1987, encabezada por el
teniente coronel Aldo Rico; la de Monte Caseros, donde nuevamente Rico estuvo
al mando, en enero de 1988; y la de Villa Martelli, el 1 de diciembre del mismo
año, atentaron contra el gobierno democrático en medio de la gran cantidad de
procesamientos judiciales y condenas contra militares.
Pese a no haber tenido éxito en su intento destituyente, los
levantamientos ejercieron presión sobre el gobierno democrático e influyeron en
la sanción de leyes que le garantizaron impunidad a los representantes del
ejército que habían cometido delitos.
El copamiento del cuartel de La Tablada
El 23 y 24 de enero de 1989, se produjo un sangriento
intento de copamiento del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 ubicado en La
Tablada, en el Gran Buenos Aires, por parte del grupo guerrillero de izquierda
Todos por la Patria.
El Ejército y la policía sufrieron 11 bajas y 54 heridos,
mientras que Todos por la Patria tuvo 32 muertos y cuatro desaparecidos. La
represión llevada a cabo por el Ejército se caracterizó por un alto grado de
violencia, que contrastó con el tratamiento dado en 1987 y 1988 a las tres
insurrecciones militares carapintadas.
Los hechos de La Tablada fortalecieron aún más a los
sectores militares y conservadores que buscaban revertir el impacto del Juicio
a las Juntas y el Juicio por delitos en la guerra de las Malvinas.
También debilitó el fortalecimiento y legitimación social de
las organizaciones de derechos humanos y la sujeción de las Fuerzas Armadas al
poder político.
Los derechos sociales en el gobierno radical
Dentro de sus políticas sociales del alfonsinismo, se
destacan la ley de divorcio vincular y la patria potestad compartida y la
defensa de los derechos humanos.
A su vez, hubo manifestaciones a favor de la despenalización
del aborto, aunque no presentó ningún proyecto para evitar cruces con la
Iglesia en el marco de un gobierno debilitado por presiones sociales,
económicas y militares.
El puntapié inicial para la creación del MERCOSUR
Alfonsín sostuvo una activa política internacional
implementada por su ministro de Relaciones Exteriores, Dante Caputo, el único
funcionario que se mantuvo durante casi todo su mandato.
Las prioridades del gobierno radical en esa materia fueron
fortalecer el sistema democrático en Argentina; evitar que la Guerra Fría no
regenerara la concepción de la seguridad nacional e impulsar el proceso de
democratización regional.
Además, se intentó resolver las cuestiones limítrofes;
generar mayor capacidad negociadora regional frente a las grandes potencias y
promover la integración subregional.
Algunos analistas consideran que el proceso de integración
de Argentina con Brasil, Uruguay y Paraguay, que puso en marcha Alfonsín
durante su mandato, es uno de los puntos más altos y trascendentes de su
gobierno, ya que supuso la piedra fundacional de lo que es el Mercado Común del
Sur (MERCOSUR).
El peso de la hiperinflación de 1989
La crisis económica que arrastraba el alfonsinismo tuvo su
pico máximo en 1989, cuando Argentina fue sin escalas de una fase recesiva a la
hiperinflación. Durante ese año, el alza en los precios pasó de 460% en abril a
764% en mayo.
La hiperinflación provocó un gran aumento de la pobreza, del
25 % a inicios de ese año, al récord histórico de 47,3% en octubre de
1989.
En ese marco, la sociedad empezó a realizar transacciones mediante trueque o
utilizando al dólar como valor de referencia ante la pronunciada devaluación del
austral.
La incertidumbre y alta volatilidad económica tuvieron
consecuencias en el plano político, ya que fueron las que motorizaron a amplios
sectores sociales y políticos a instalar la idea de que Alfonsín debía llamar a
elecciones de forma anticipada para evitar males mayores.
Adelantamiento de las elecciones y final de mandato
Ante el rechazo que generó la crisis económica endémica del
alfonsinismo y la brutal recesión, el mandatario radical decidió finalmente
ceder a la presión social y adelantar las elecciones para el 14 de mayo de
1989.
El objetivo del presidente fue tratar de calmar los ánimos
sindicales, políticos, militares y empresariales, frente al agravamiento de la
crisis.
Sin embargo, la victoria de Menem sobre el candidato de la
Unión Cívica Radical, Eduardo Angeloz, empeoró aún más la situación y la
Argentina pasó de la recesión a la hiperinflación.
Con la situación empeorando día a día, el 12 de junio
Alfonsín anunció la entrega anticipada del poder para el 30 de ese mismo mes y
no el 10 de diciembre como estaba pautado.
El traspaso finalmente se realizó el 8 de julio y fue la
primera sucesión entre dos mandatarios constitucionales civiles de distintos
partidos desde 1916.
Fuente:noticiasargentinas.com
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