A 70 años del bombardeo a la Plaza de Mayo
A 70 años del ataque, se recuerda el bombardeo a Plaza de Mayo como un acto de terrorismo interno que dejó cientos de muertos y marcó la historia argentina.
Fachada del Ministerio de Economía, en donde aún se observan orificios de bala y de esquirla.
15/06/2025
Buenos Aires nunca había sido bombardeada.
Tampoco lo sería después. Ese 16 de junio de 1955 el
antiperonismo atacó por aire y tierra la Casa Rosada. Cómo bien lo
escribió Eduardo Luis Duhalde: “El bombardeo de una ciudad abierta por
parte de fuerzas armadas del propio país es un acto de terrorismo”.
Ese día, entre las 12:40hs y las 17:40, la Armada
Argentina, con el apoyo de un sector de la Aeronáutica y de cientos
de Comandos Civiles, descargó más de cien bombas en el
microcentro porteño. Los responsables de la masacre llegaron a ametrallar
a población civil desarmada desde el tomado Ministerio de Marina.
Operativamente, querían deponer al gobierno elegido democráticamente e
instaurar un triunvirato civil con el radical Zavala Ortiz (futuro
canciller del presidente Arturo Illia), el socialista Ghioldi (embajador
en Portugal durante la última dictadura militar) y el conservador Vicchi.
El fin último era matar a Perón; en realidad lo que se buscaba
era implantar el terror y, sobre todo, el escarmiento:
una revancha de clase.
La proclama, leída al aire en radios tomadas,
comenzaba así: “¡argentinos, argentinos! ¡Escuchad este anuncio del Cielo,
volcado por fin sobre la tierra argentina: el tirano ha muerto! Nuestra Patria
desde hoy es libre; Dios sea loado.”
Centralmente se atacó Plaza de Mayo y sus adyacencias,
pero no fue el único objetivo. También fue atacada la residencia
presidencial, el Aeropuerto de Ezeiza, otros puntos
estratégicos militares, incluso en la tarde de ese día un avión
ametralló a un grupo de obreros concentrados en la puerta de la
fábrica de Jabón Federal en General Paz y Crovara, a más de 15
kilómetros de la Casa Rosada. Frente a ellos, buscando evitar el golpe, se
movilizaron miles de argentinos y argentinas, la inmensa mayoría
armados con palos, unos pocos con armas civiles. El símbolo trágico de
ese día fue un trolebús lleno de gente que estaba yendo a trabajar en el que
cayó una bomba. Fue en Paseo Colón, llegando a Yrigoyen. Murieron
todos sus pasajeros.
El bombardeo no fue un hecho aislado. Había habido
intentos de golpe en el 51 y el 52; lo habría tres meses después,
en septiembre de 1955. No fue tampoco el primer hecho terrorista en
el que se atacaba de manera artera y sorpresiva a civiles. En abril de
1953, un grupo de los llamados Comandos Civiles colocaron tres
artefactos explosivos en los alrededores de la Plaza de Mayo durante
una concentración popular organizada por la CGT. Este acto terrorista
fue conducido por Roque Carranza, quien en los ochenta fue designado
ministro en el gobierno de Raúl Alfonsín. Uno de esos artefactos,
colocado en el andén del subte A, mató a cinco personas e hirió a decenas. Sus
nombres: Santa Festigiata D’Amico, Mario Pérez, León David Roumeaux, Osvaldo
Mouché y Salvador Manes.
Es muy importante ponerles nombre a las víctimas.
Lamentablemente no se sabe a ciencia cierta cuántas personas fallecieron y
cuántas fueron heridas el 16 de junio. Las investigaciones más serias hablan
de cerca de trescientos muertos. Severo Aguire, Angela
Modesta Albornoz, José Álvarez, Rosario Alderete, Ítalo Angelucci, Francisco
Bonomini, Justo Ramon Ledesma, Hugo Rudesindo López, Alejo Nuñez, los
granaderos Mario Benito Diaz, Manuel Míguez, Laudino Córdoba y Ramon Cárdenas,
Fernando Miguel Sarmiento de 15 años; son apenas algunos de las cientos de
víctimas. De muchas de ellas no sabremos nunca su nombre.
También es importante señalar los apellidos de los
perpetradores y cómplices de este acto: Toranzo Calderón,
Olivieri, Manrique, Bengoa, Amadeo, Agote, García Mansilla, Suarez Mason,
Massera, Cacciatore, Rivero Kelly, Zavala Ortiz, etc.
Finalmente, ese 16 de junio la democracia y el poder
popular prevalecieron, pero a un costo altísimo. Esta
intentona marcó a fuego la historia argentina. Ninguna
ciudad argentina fue alguna vez bombardeada por fuerzas extranjeras. El
antiperonismo bombardeó Buenos Aires. Tres meses después, un nuevo
golpe de Estado abriría un periodo de autoritarismo, violencia y proscripción.
La política se reproduce por gajos y no por semillas.
El proceso que estamos atravesando hoy en nuestra patria, también
violento, también de proscripciones y autoritarismos, es un gajo de
una planta que otros vienen regando desde hace ya muchos años. No
es una anomalía, forma parte de una genealogía.
Fuente:noticiasargentinas.com
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