Publican una novela inédita de Simone de Beauvoir
Será la primera ficción póstuma de la autora de El segundo sexo a 34 años
de su muerte. La protagonista es Zaza, la mejor amiga de la escritora y
filósofa, que también aparece en otros de sus libros.
De Beauvoir fue la responsable del despertar feminista de millones de
mujeres. Imagen: AFP
06/05/2020
Una evidencia golpea el corazón de la adolescente Simone de
Beauvoir cuando descubre que no puede vivir sin la amistad de Elisabeth
Zaza Lacoin, a quien conoció cuando tenía nueve años. Zaza –su mejor amiga que
aparece en varias obras- es la protagonista de su novela más íntima, Las
inseparables, escrita en 1954, que se publicará por primera vez en Francia y en
España, y será la primera ficción póstuma de la autora de El segundo sexo a
34 años de su muerte. “Necesitaba su presencia para comprender la
necesidad que tenía de ella. Fue una evidencia fulgurante. Bruscamente
convenciones, rutinas, clisés, volaron hechos añicos, y me sentí sumergida por
una emoción que no estaba prevista en ningún código. Me dejé levantar por esa
alegría que me inundaba violenta y fresca como el agua de las vertientes,
desnuda como un hermoso granito. Pocos días más tarde llegué al curso antes de
hora y miré con una especie de estupor el asiento de Zaza: “¿Si no se sentara
nunca más en él, si muriera, qué sería de mí?”, se pregunta la escritora y
filósofa francesa en Memorias de una joven formal.
Zaza murió poco antes de cumplir los 22 años, en 1929. De Beauvoir
(1908-1986) recuerda lo que Zaza le dijo a su madre antes de morir: “No se
entristezca, mamá querida (…); en todas las familias hay una oveja negra: yo
soy la oveja negra”. Los médicos hablaron de meningitis y de encefalitis; pero
no se supo con precisión cuál fue la enfermedad que acabó con su vida. “A
menudo de noche se me ha aparecido, muy amarilla bajo una capelina rosada,
mirándome con reproche. Juntas habíamos luchado contra el destino fangoso que
nos acechaba y he pensado durante mucho tiempo que había pagado mi libertad con
su muerte”. Así termina las memorias de la filósofa y escritora francesa que
fue la responsable del despertar feminista de millones de mujeres, con una
frase que se convirtió en una consigna del activismo feminista en el mundo: “no
se nace mujer, llega una a serlo”, afirma en El segundo sexo (1949).
Sylvie Le Bon de Beauvoir, hija adoptiva y albacea literaria, decidió
que era hora de publicar esta novela hasta ahora inédita, que la filósofa y
escritora dejó lista, pero que no le puso nombre. En Las inseparables,
título que eligió Le Bon, Zaza es Andrée Gallard, “una pequeña desconocida de
pelo castaño, mejillas hundidas con ojos oscuros y brillantes que miran con intensidad”
y cuya “seguridad y habla rápida y precisa”, desconciertan y fascinan de
inmediato a Sylvie Lepage, alias de Simone de Beauvoir, hasta el punto de
transformarse en un amor adolescente, el primero quizá. “Comprendo de pronto,
con estupor y alegría, que el vacío de mi corazón, que el sabor triste de mis
días solo tenían una causa: la ausencia de Andrée. Vivir sin ella no era
vivir”, escribe alguien que, sin embargo, sabe que su amiga “ignora
absolutamente” lo que siente por ella. “¿Cuál es el sentimiento innominado que,
bajo la etiqueta convencional de la amistad abraza su corazón nuevo, entre el
asombro y los trances, sino el amor?”, plantea Le Bon en el prólogo de la
novela, citado por el diario El País de España. “Ella comprende
rápidamente que Zaza no siente un apego similar, y que ni sospecha de la
intensidad del suyo, ¿pero qué importa eso ante el deslumbramiento que
significa amar?”, escribe la albacea literaria.
La editora de la novela, Laurence Tâcu, de Ediciones L’Herne, afirma
que “lo magnífico del libro es que Simone lo escribe cuando ya es una persona
reconocida -cinco años antes había publicado El segundo sexo- y, aun
así, se presenta en un plano secundario, un poco como la sombra de esa
jovencita que admira y que es una rebelde mucho antes que ella”. Pero con el
tiempo cambia la influencia. “Intelectualmente es Simone quien influyó a Zaza,
quien la animó con fuerza a que fuera ella misma”, advierte Le Bon. La
importancia de la amiga, agrega la albacea literaria, “se sitúa en otro plano: la
presencia de Zaza a su lado cuando ella realizaba un difícil combate para su
emancipación fue valiosa. Las dos lucharon juntas contra el ‘destino fangoso’
que les esperaba como mujeres en esa época, y en esa lucha Zaza sucumbió. Esa
tragedia atormentó a De Beauvoir”.
Los nombres y los detalles de la vida real han sido modificados
en Las inseparables. “Su educación las encorseta, no hay familiaridades,
no se tutean, pero a pesar de esa reserva, se hablan como Simone no habló jamás
con nadie”, revela su hija en el prólogo. ¿Por qué esta novela sin título
permaneció guardada en un cajón tantos años cuando narra, desde la ficción, una
amistad tan crucial que ya estaba, en un registro autobiográfico, en Memorias
de una joven formal (1958)? Después de la muerte de la filósofa y
escritora en 1986, Le Bon se convirtió en su albacea literaria y decidió
continuar publicando la correspondencia De Beauvoir: cartas a Jean-Paul Sartre,
a Nelson Algren y a Jacques-Laurent Bost, entre otros. La propia autora no
quiso publicarla en vida, especialmente después de que Sartre, su compañero,
desestimara la novela. “Creo que era muy severa consigo misma. Y Sartre
era muy severo con Simone. Puede que tampoco quisiera verla como una escritora,
sino más como una filósofa”, sugiere Tâcu que, como Le Bon, subraya el
hecho de que la propia De Beauvoir nunca destruyó los manuscritos de
la obra. “Si solo hubiera sido un borrador, no la habría mecanografiado
–conjetura la editora de Ediciones L’Herne-. Creo que era algo tan íntimo que
le resultaba difícil sacarlo a la luz en vida. Es un libro acabado. Es un buen
libro”. Zaza –como la Andrée de Las inseparables- hizo de la ironía un
sistema. Esa joven –acaso el primer amor adolescente de la narradora francesa-
ponía en ridículo las costumbres establecidas y las ideas hechas.
Fuente:pagina12.com.ar
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